domingo, 29 de agosto de 2010

En la salud y en la enfermedad


Los votos matrimoniales no son solo una fórmula para hablar algo en la iglesia el día que nos casamos, es un compromiso serio, formal, hecho para toda la vida; tan importante es que cuando los hacemos, generalmente no le damos la importancia y debido al momento, casi siempre decimos algo que no se oye o que no se entiende debido a los nervios que casi siempre están al mil por ciento.Pero el hecho que no nos escuchen los invitados y que hasta a veces ni el cura que está enfrente nos entiende, no significa que no lo hemos hecho. Claro que no podemos decir "la próxima lo hago mejor" puesto que este compromiso es contínuo, "todos los días de mi vida"

Gracias a Dios mi esposa ha padecido problemas de salud rápidos, aunque algunos han sido muy preocupantes y serios se han logrado resolver rápidamente sin alterar nuestro ritmo de vida, los embarazos, los partos, que un cuadro de apendicitis, que un cuadro de sinusitis, alergias (¡¡¡resulta que es alérgica al vino!!!, etc, etc.
Incluso desde hace dos años convive con la hipertensión pero en general fuera de la cantada de "se me acabó el *****" y hay que salir a la farmacia a comprarlo sin importar el sueño, la lluvia, el frío o la falta absoluta de ganas.
Pues resulta que desde hace casi un mes justo antes de salir a vacaciones agostinas, comenzó a sentir en ocasiones un aumento de la frecuencia cardíaca, la vulgar y silvestre taquicardia solo que los latidos acelerados duraban más que de costumbre. En tres o cuatro ocasiones fue tanto que tuvimos que ir a la emergencia de un hospital para ser controlada y comenzaron una serie de exámenes y cuidados y medicamentos nuevos, pero no solo eso tamboién hubo que lidiar con estados de ánimo diferentes, difíciles muchas veces, discusiones con nuestras hijas que a veces no logran dimensionar la seriedad del asunto y el temor a esta nueva condicíón; también ya que se trata del corazoncito pues uno tiende a pensar alguna vez en la posibilidad de ser el final por doloroso que esto sea. Pero gracias al Santo Espíritu de Dios quien es el Señor y Dador de vida no era este el final, sin embargo ha sido una condición que ha obligado a incapacidades más largas y a desfilar como una paciente más dentro de los hospitales, también a cambiar el ritmo de vida lo cual se dice rápido,pero muchas muchísimas han sido las ocasiones que para acciones comunes que antes se realizaban cotidianamente hoy había que ser cuidadosamente planificado y ver a quién se le robaba algo de tiempo para hacerlo; también hay que ser comprensivo en extremo y saber que si vengo cansado y me siento un momento y es en ese momento que me necesita para algo, que puede ser algo sin importancia o algo como "alcanzame el teléfono" hay que hacerlo, porque es en esas pequeñas cosas que uno demuestra su amor aunque a veces no sea uno muy expresivo o excesivamente cariñoso (pero ojo, hay que tratar siempre de serlo).
Nuestro Señor y Nuestra Madre Santísima nos van ayudando a ir cada día mejor, poco a poco vamos volviendo a nuestra cotidianidad, hay que hacer cambios algunos grandes otros no tan grandes, pero esa es la vida, es la vida que escogimos pasar juntos, es lo que nos prometimos hace veintitantos años como diría Alberto Cortéz y donde en un día como hoy nos damos cuenta que aquello de "en la salud y en la enfermedad" es una promesa perfecta que solo puede cumplirse cuando nuestro amor va madurando, cuando con alegría confiamos en Dios y uno en el otro y cuando literalmente ese corazón acelerado late para toda la familia "como una sola carne"