domingo, 21 de noviembre de 2010

¡Qué viva el rey!

 
 

     Esta frase ha aparecido en varias películas, en muchísimos libros, fue el grito de guerra de muchas batallas y era también la exclamación después de la coronación de cualquier monarca.
Nosotros acabamos de celebrar nuestras fiestas de independencia por lo que llevamos una mar de años de no saber de reyes, pero como nuestra sociedad es tan alocada cada día se nombra un rey y así mundialmente todavía hay un rey del fútbol, hubo un rey del mambo; le ponemos un trajecito que muchas veces le queda grande a un niñito y le nombramos rey del kinder.

     Pero hoy celebramos a un rey diferente, celebramos a  Jesús como Rey del Universo o sea como la persona más importante del mundo, y es lógico si todo en este mundo ha salido de sus manos.
Y en nuestro matrimonio ¿reina Jesús? ¿Es Jesucristo quien nos dice cómo debemos proceder en cada instante de nuestra relación como pareja? ¿Es Jesús quien nos autoriza sobre cualquier proyecto que tengamos dentro del matrimonio? ¿Es verdaderamente nuestro matrimonio una imagen del Reino de Dios, un reino de amor, de esperanza y de fe?
No se trata de andar juntos rezando todo el día pero podemos tener un día de oración  unidos espiritualmente a nuestra pareja por el amor y esto se logra realizando con alegría cada acción que nos corresponde hacer a diario.
Se trata de recordar sus palabras "sin MÍ nada podéis hacer" y más que recordarlas hacerlas vida para que nuestro matrimonio trascienda.
Se trata en fin de demostrarle a este mundo que nosotros las personas casadas somos expertos en el amor porque tenemos un Rey que nos dio ese amor ofreciendo su vida por nosotros y de este Amor se nutre nuestro amor

domingo, 14 de noviembre de 2010

Perdonar setenta veces siete

"Señor ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano?¿Hasta siete veces? Jesús le contestó "No te digo siete sino setenta veces siete" Sn Mt 18, 21-22

¿Cómo vivimos en nuestro matrimonio este mandato de Jesús? ´
Muchas veces durante la vida de cualquier pareja suceden discusiones, dificultades, ofensas todo esto puede comenzar originado por pequeñas diferencias en el diario vivir, llegar tarde porque ella se estaba arreglando a última hora el maquillaje, que no  decide qué ropa ponerse, tardarse en regresar a casa por un exceso de trabajo que no era imprescindible hacerlo hoy, por dejar la toalla mojada sobre la cama; en fin todas esas pequeñas diferencias que pueden originar una discusión pero, cuánto tiempo nos dura el enojo? Qué bueno es al principio cuando estas pequeñas discusiones se solventan con una caricia y termina con un beso o algo más. ¿Y después? Desgraciadamente muchas parejas van creciendo en edad y las discusiones son más intensas y el tiempo del enojo dura  mucho más.
Debemos fomentar el perdón en nuestro hogar, disculpar algunas costumbres que no nos gustan, generalmente así ha sido nuestra pareja siempre, y así lo aceptamos y así nos gustó. La mayor parte de veces vamos a disculpar pequeñas diferencias, pequeños detalles y es tan importante hacerlo porque el practicar el perdón nos lleva a estar preparados para poder superar cualquier dificultad grande. Problemas de depresión, apuros económicos, infidelidades, ofensas, violencia doméstica; en realidad  no debemos diferenciar problemas pequeños o grandes, será mas fácil algunas veces y en otras muchísimo más difícil pero el perdón debe darse y recibirse y daremos un ejemplo claro de amor a nuestros hijos.
En estos tiempos de tanta violencia en nuestra sociedad, el poder precticar el perdón siempre dentro de nuestro matrimonio nos prepara para extender ese perdón a nuestros  familiares, vecinos, compañeros de trabajo y a todos los que nos rodean.
Recordemos que el matrimonio es la forma en que una pareja consagra a Dios su amor para vivir juntos toda la vida, que los esposos deben ser verdaderos "expertos" en el amor y que el amor "perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo" (1 Cor 13, 7).

domingo, 31 de octubre de 2010

Dia de todos los santos

¿Sabías que la Iglesia celebra el Día de Todos los Santos el 1 de noviembre? ¿Pero qué es lo que celebramos ese día realmente?
Al entrar en una iglesia vemos imágenes de santos en pedestales, pinturas, camarines, altares. Muchas son obras de arte y algunas veces antigüedades y en ocasiones conocemos algo de la historia de algunos de estos antepasados en la fe y muchísimas veces no tenemos idea de qué hicieron para ser santos. Incluso los nombres de nuestros abuelos tal vez se deban al día de la celebración de un santo. Son pues ejemplos que la Iglesia nos da de vidas dedicadas a servir al Señor, de personas que hicieron esfuerzos por defender y propagar la fe aún a costa de sus vidas; de muchos conocemos hechos sobrenaturales atribuidos a su intercesión y de varios sólo sabemos que tienen nombres extraños que tal vez fueron comunes en su época ( Expedito, Austremonio, Gumercindo, ).
Hoy vemos libros, medallas, prendedores, calcomanías, cuadros y hasta camisetas con imágenes de santos populares y escuchamos sorprendidos del llamado de la Iglesia a la santidad, todos estamos llamados a ser santos. Este día en especial nos recuerda algo que rezamos cada domingo en la Santa Misa al proclamar nuestra fe en el Credo: “la Comunión de los Santos”. En esta afirmación aseguramos que existe una comunión de los bienes de la Iglesia y de las personas que conforman la Iglesia. Así, formamos un solo cuerpo, somos el cuerpo místico de Cristo, Jesús es nuestra cabeza y así como nuestro cuerpo no tiene sensaciones aisladas sino que de alguna manera fisiológica todo tiene algún efecto en el resto, también así nuestra fe nos une, nuestra forma de vivir, todo influye de alguna forma por medio del Espíritu Santo en toda la Iglesia y así también nuestros pecados tienen alguna influencia negativa en la misma Iglesia.
“Sean Santos porque yo el Señor soy Santo” (Lev 11, 44). Pero ¿yo podré ser un santo? En realidad no es un mandato para otro día, no es una invitación para un momento, es un mandamiento para que vivamos cada minuto de nuestra vida. Podemos creer que no somos dignos de la santidad, podemos pensar que algunos aspectos de nuestra vida no son precisamente ejemplares y podemos poner un montón de situaciones negativas: soy enojado, soy vanidosa, me gusta “vivir bien”, tengo envidia, he cometido muchos errores, etc., etc. Bueno y qué la Iglesia está llena de santos reconocidos durante la historia y todos ellos han sido ejemplares pero también han tenido errores, son santos no son Dios, claro que han cometido errores, claro que han cometido pecados, no han sido Jesús o la Virgen María. Muchos han sido enojados (los “Hijos del Trueno”), San Pablo podría ser juzgado por cómplice de asesinato; ¿has dicho mentiras a veces? El primer papa mintió y sintió miedo de declarar ser amigo de Jesús. Así también nuestra Iglesia está formada por pecadores pero es Santa porque Él que es la cabeza es Santo, así que por eso somos llamados a vivir en santidad, a ser santos, a que tengamos en nuestra mente cada día, a cada instante a Nuestro Señor y que cada acción grande o pequeña que hagamos sea para honrarlo y demostrarle nuestro amor porque Él está siempre a cada instante con nosotros porque Él mismo lo dijo en su Palabra.
Mantengámonos pues unidos por ese afán de ser santos, no porque algún día nos pueda ser reconocido este esfuerzo sino para vivir siempre en su Presencia. Vivamos nuestra Eucaristía donde el Señor se nos da y nos llena de su amor y misericordia para compartirlo con los demás, con ese alimento espiritual se nutre nuestra santidad y nuestro día a día va teniendo un sentido.
Reconozcamos pues en este día a todos los santos, grupo inmenso “que no se pueden contar” (Ap 7,9) y variado: mártires, personas piadosas, reyes, princesas, sacerdotes, obispos, papas, pintores, soldados, mercaderes; pero también reconocemos a nuestra abuelita, tal vez a nuestros padres, obreros, campesinos, secretarias, bibliotecarios, comerciantes, panaderos, pastores, escritores, poetas, matrimonios, médicos, albañiles y tantos y tantos que se encuentran en la presencia del Señor y que no han sido y probablemente no serán reconocidos como el grupo de santos canonizados pero que contribuyeron con su esfuerzo a propagar la fe, y a hacer de este un mundo mejor. Como ellos hagamos de nuestra vida una ofrenda amorosa a Dios y así cada acción grande o pequeña hecha para el bien será una obra buena que llevaremos ante la presencia de Dios “sus buenas obras les acompañan” (Ap 13, 14)

domingo, 29 de agosto de 2010

En la salud y en la enfermedad


Los votos matrimoniales no son solo una fórmula para hablar algo en la iglesia el día que nos casamos, es un compromiso serio, formal, hecho para toda la vida; tan importante es que cuando los hacemos, generalmente no le damos la importancia y debido al momento, casi siempre decimos algo que no se oye o que no se entiende debido a los nervios que casi siempre están al mil por ciento.Pero el hecho que no nos escuchen los invitados y que hasta a veces ni el cura que está enfrente nos entiende, no significa que no lo hemos hecho. Claro que no podemos decir "la próxima lo hago mejor" puesto que este compromiso es contínuo, "todos los días de mi vida"

Gracias a Dios mi esposa ha padecido problemas de salud rápidos, aunque algunos han sido muy preocupantes y serios se han logrado resolver rápidamente sin alterar nuestro ritmo de vida, los embarazos, los partos, que un cuadro de apendicitis, que un cuadro de sinusitis, alergias (¡¡¡resulta que es alérgica al vino!!!, etc, etc.
Incluso desde hace dos años convive con la hipertensión pero en general fuera de la cantada de "se me acabó el *****" y hay que salir a la farmacia a comprarlo sin importar el sueño, la lluvia, el frío o la falta absoluta de ganas.
Pues resulta que desde hace casi un mes justo antes de salir a vacaciones agostinas, comenzó a sentir en ocasiones un aumento de la frecuencia cardíaca, la vulgar y silvestre taquicardia solo que los latidos acelerados duraban más que de costumbre. En tres o cuatro ocasiones fue tanto que tuvimos que ir a la emergencia de un hospital para ser controlada y comenzaron una serie de exámenes y cuidados y medicamentos nuevos, pero no solo eso tamboién hubo que lidiar con estados de ánimo diferentes, difíciles muchas veces, discusiones con nuestras hijas que a veces no logran dimensionar la seriedad del asunto y el temor a esta nueva condicíón; también ya que se trata del corazoncito pues uno tiende a pensar alguna vez en la posibilidad de ser el final por doloroso que esto sea. Pero gracias al Santo Espíritu de Dios quien es el Señor y Dador de vida no era este el final, sin embargo ha sido una condición que ha obligado a incapacidades más largas y a desfilar como una paciente más dentro de los hospitales, también a cambiar el ritmo de vida lo cual se dice rápido,pero muchas muchísimas han sido las ocasiones que para acciones comunes que antes se realizaban cotidianamente hoy había que ser cuidadosamente planificado y ver a quién se le robaba algo de tiempo para hacerlo; también hay que ser comprensivo en extremo y saber que si vengo cansado y me siento un momento y es en ese momento que me necesita para algo, que puede ser algo sin importancia o algo como "alcanzame el teléfono" hay que hacerlo, porque es en esas pequeñas cosas que uno demuestra su amor aunque a veces no sea uno muy expresivo o excesivamente cariñoso (pero ojo, hay que tratar siempre de serlo).
Nuestro Señor y Nuestra Madre Santísima nos van ayudando a ir cada día mejor, poco a poco vamos volviendo a nuestra cotidianidad, hay que hacer cambios algunos grandes otros no tan grandes, pero esa es la vida, es la vida que escogimos pasar juntos, es lo que nos prometimos hace veintitantos años como diría Alberto Cortéz y donde en un día como hoy nos damos cuenta que aquello de "en la salud y en la enfermedad" es una promesa perfecta que solo puede cumplirse cuando nuestro amor va madurando, cuando con alegría confiamos en Dios y uno en el otro y cuando literalmente ese corazón acelerado late para toda la familia "como una sola carne"

domingo, 4 de abril de 2010

Cuànta basura contra la Iglesia


No puede uno cruzarse de brazos, no puede fingir que no pasa nada, no puede ver hacia otro lado, hay un ataque frontal, brutal y sin misericordia contra la Iglesia Catòlica. En estos dìas he visto con tristeza una vez màs la pelìcula La Pasiòn de Cristo, recuerdo que fue criticada por exceso de violencia (comparado con què, con las toneladas de pelìculas de guerra, de acciòn, de enfermos mentales, por favor!!!!)particularmente la escena de la flagelaciòn y he pensado en este ataque de los medios de informaciòn contra la iglesia, me he sumergido brevemente en el ocèano de blogs y el ataque es màs encarnizado, y asì como el cuerpo de Cristo quedò brutalmente dañado en ese hecho, asì su cuerpo mìstico, su Iglesia està siendo dañado, flagelado, martirizado.
No puedo decir que no ha pasado, pero, de hecho trabajo en mi paìs atendiendo casos de violaciòn y gracias a Dios, los casos de sacerdotes involucrados no son significativamente mayor al de otros, incluyendo pastores protestantes; por supuesto que hacen màs ruido en la prensa. En fin, viendo como se tratan las vìctimas de estos escàndalos en todo el mundo, puedo decir y con orgullo que la unica entidad que se ocupa de las vìctimas y de los victimarios es la Iglesia Catòlica.
De todo lo escrito en las acusaciones lo que menos importa es la salud y el bienestar de las vìctimas. Y ¿se llegarà a pensar que quitando el don del celibato tendremos sacerdotes santos? A esta gente detractora de la Iglesia no le interesan los matrimonios, no estàn promoviendo de hecho un aumento en los matrimonios, a no ser que sean matrimonio del mismo sexo cosa que hoy por hoy lo pregonan como algo muy superior (¿y de la cantidad de niños y niñas abusadas por personas gays nadie habla, o creen que no existen?).
Definitivamente la pederastia, el abuso sexual de cualquier tipo es un crimen terrible, produce odio, rencor, perdida de toda autoestima, dolor; es un daño hecho a la persona, a la familia y a la sociedad y las personas culpables deben ser puestas a la orden de la justicia y tratar que el peso de la ley les castigue fuertemente. Y aùn asì, es nuestro deber como catòlicos orar por ellos, orar porque Dios les ilumine y de un arrepentimiento a esas acciones, algo muy duro de entender y practicar pero es a lo que estamos llamados. Igualmente debemos orar por las vìctimas, por todas esas ataduras sicològicas que se arrastran por la vida de estas personas muchas veces desde la niñez para que el Espìritu Santo abra esos corazones al amor, superando todo daño y que sientan el llamado a vivir un amor sano y limpio.
Debemos tambièn orar por todos los que hoy arrojan latigazos al cuerpo mìstico de Cristo, porque no tienen idea del mal que hacen principalmente a su alma porque la Iglesia estamos seguros que saldrà de estas acciones tristes y cobardes fortalecida y triunfante pues asì como hoy resucita Cristo, asì tambièn nosotros resucitaremos con Èl. Dios bendiga a la Iglesia y a los matrimonios.

Semana Santa


Y se nos pasò la Semana Santa y ¿què hemos hecho como matrimonio?
Personalmente me he gozado durante este tiempo con mi familia, alejado todo lo posible del trabajo y conviviendo y compartiendo màs tiempo, algo que la vida moderna nos dificulta muchas veces, con todo este tiempo fuerte de reflexiòn hemos reclamado cada dìa las gracias santificantes del matrimonio, algo que solo el sacramento te da, esa uniòn con tu pareja reforzada por Dios, lograr atendernos y entendernos un poco màs cada dìa, seguir descubriendo esa compañera idònea.
Hoy clebramos una resurrecciòn la de Cristo, ojalà que muchos matrimonios resuciten tambièn a una nueva vida llena de su Amor y Misericordia, que logren asirse de ese motivo de vida para que sea Èl quien los impulse a la felicidad.
Vemos hoy con alegrìa una tumba vacìa, ocupada unas pocas horas y vacìa despuès para siempre, una promesa de vida cumplida y una invitaciòn a que tambièn nuestro amor de esposos resucite cada instante porque Èl quiere eso para nosotros. Felices Pascuas de Resurrecciòn.